Tomada de aquí. |
Sé que el título de esta entrada puede resultar raruno, pero ahora mismo explico el por qué soy analógica. Este fin de semana es mi cumpleaños, y una cosa que echo mucho de menos son las felicitaciones. Sí, esas tarjetas de papel, o postales con algún motivo cumpleañero, que la familia me enviaba en los días previos a la fecha en cuestión. Recuerdo con especial cariño las que me enviaba mi abuela, con su letra llena de filigranas, aún las conservo. Seguro que el día D recibiré sms, e-mails y llamadas, pero de todos ellos sólo queda un rastro digital, nada tangible, que puedas guardar en una lata con las demás cartas. Y es que, a pesar de todas las tecnologías, a mi me sigue gustando hojear los álbumes de fotos, enviar por correo postal las felicitaciones navideñas, leer libros de papel y esas cosas que se hacían el siglo pasado.
Ahora, que tanto se lleva lo vintage, ¿por qué no se vuelve a poner de moda enviar postales?
En fin, será la edad, que ya se nota... Besos y feliz fin de semana.
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